Aunque México es un país productor de alimentos, muchas personas no tienen acceso a una dieta adecuada debido a la falta de recursos económicos y escasez de alimentos frescos y nutritivos en algunas zonas del país. Aquí, tres de cada diez personas enfrentan algún grado de inseguridad alimentaria, afectando especialmente a las mujeres y las infancias.

El hambre y la inseguridad alimentaria están estrechamente relacionados con todos los indicadores educativos, culturales, sociales, demográficos y económicos. En nuestro país, la pobreza alimentaria es más prevalente en estos dos sectores de la población.

En México como en otras regiones, esto poco tiene que ver con la cantidad de alimentos disponibles, sino con su distribución. Si bien existen programas de desayunos escolares que operan gracias a subsidios gubernamentales, en muchos casos su impacto no es suficiente para mitigar el hambre por completo en la población escolar. La posibilidad de pasar hambre persiste durante el resto del día y los fines de semana. Esta brecha en el suministro de alimentos dio lugar al surgimiento de programas de alimentación de fin de semana, frecuentemente denominados «BackPack». Aún cuando este tipo de iniciativa comenzó en una sola escuela primaria de Arkansas en 1995, ha sido retomado en diferentes partes del mundo.

Los programas de alimentación de fin de semana se diferencian de otras intervenciones en que no los brindan las escuelas ni el gobierno. En cambio, los proporcionan una variedad de organizaciones sin fines de lucro. Gracias al compromiso de la Global Foodbanking Network y su estrecha colaboración con Alimento Para Todos, nos ha sido posible implementar el programa “Back Pack” para beneficio de cientos de familias en la Ciudad de México.

Además de satisfacer directamente la necesidad de proporcionar alimentos nutritivos, existe evidencia de que estos programas también producen beneficios educativos. Estos se manifiestan en forma de puntajes más altos en las pruebas de lectura y mejoras en los resultados de matemáticas. Además, dichos efectos parecen ser más pronunciados en estudiantes más jóvenes y con menor rendimiento académico.

Para abordar las consecuencias nocivas de la pobreza y la desigualdad entre los más jóvenes, ha sido necesario mirar más allá de las deficiencias nutricionales inmediatas. Mediante el proyecto Fortalecimiento Para Todos se trabaja constantemente con padres, madres e infancias en la implementación de estrategias que fomenten un compromiso a largo plazo de nuestras comunidades con el desarrollo de las infancias y las juventudes.

A través de las intervenciones de Fortalecimiento Para Todos apuntamos hacia el empoderamiento de las nuevas generaciones al fomentar su capacidad para tomar decisiones informadas, expresarse y, por ende, ser catalizadores de cambio. Para lograrlo se abordan aspectos como la educación, el empleo en el núcleo familiar, la salud y el compromiso cívico.

Creemos que al equipar a las infancias con las herramientas y los recursos para comenzar a dar forma a sus propios destinos, es posible hacer frente a la desigualdad y a los factores de vulnerabilidad, dando forma a una sociedad más justa.