La Declaración Universal de los Derechos Humanos, proclamada en 1948, afirma que «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos», sin embargo, a más de siete décadas de la publicación de este documento, la discriminación sigue siendo una experiencia cotidiana.

Pese a la puesta en marcha de una gran variedad de iniciativas para mitigar este fenómeno, la última edición de la Encuesta Nacional sobre Discriminación (ENADIS 2022) corrobora que ésta prevalece en la sociedad mexicana, se manifiesta en múltiples escenarios y relaciones, se practica de manera consciente o inconsciente, y se sustenta en prejuicios y mecanismos de exclusión que impactan todos los ámbitos de la existencia humana: social, político, económico y cultural.

De hecho, la discriminación parece ir en aumento; de acuerdo con la ENADIS 2022, el 23.7% de las personas reportaron haberla vivido en los últimos 12 meses, un aumento de 3.5 puntos desde 2017. El grupo que más manifestó haber sido discriminado fue el de diversidad sexual y de género con 37.3%. Luego se ubicó la población afrodescendiente con 35.6%, las trabajadoras del hogar con 34.6% y, con 33.8% estuvieron las personas con alguna discapacidad.

Las circunstancias de los grupos marginados suelen verse exacerbadas por factores complejos. La discriminación y la desigualdad circunscriben su acceso a una educación de calidad. Los prejuicios limitan sus posibilidades de empleo a las opciones más precarias y con salarios más bajos y, cuando se violan sus derechos, el acceso a la justicia suele ser una posibilidad lejana.

Frente a este panorama, es urgente identificar que aún existen enormes desafíos para garantizar la igualdad. Este viernes 1 de marzo se conmemora el Día de la Cero Discriminación, establecido hace diez años por ONUSIDA con el fin de proteger los derechos de todas las personas y construir sociedades más saludables.

En esta ocasión, el mensaje es claro: Para proteger la salud de todas las personas, hay que proteger los derechos de cada una. Y el comunicado de prensa de este año nos recuerda que «La reciente ofensiva mundial, bien coordinada y financiada, contra los derechos de las mujeres, contra los derechos humanos de las personas LGBTQ, contra la salud y los derechos sexuales y reproductivos, contra la democracia y contra el espacio cívico no sólo es una amenaza para la libertad de todos, sino también para la salud de todos.»

El 1 de marzo va y viene, pero la discriminación persiste y sus efectos se sienten todos los días. Creemos que abordar el desarrollo de los individuos y grupos discriminados requiere de un enfoque integral que reconozca sus derechos fundamentales. Además, es necesario hacer conciencia de que el desarrollo humano de todas las personas nos beneficia en conjunto y promueve la prosperidad y estabilidad colectiva. En este sentido, el papel de la Sociedad Civil Organizada es cada vez más importante; al trabajar con minorías y grupos históricamente marginados, buscamos brindar a las personas las herramientas que necesitan para ser autosuficientes, articular sus propios intereses y dar forma a los procesos de cambio que sus comunidades requieren. Estamos convencidos de que al invertir en las personas también estamos construyendo un futuro sin discriminación.